domingo, 18 de mayo de 2008

Zona de Peligro


Los pasados días de fiesta, Alejandra, la hija adoptiva de nuestra vecina, se unió a nuestro grupo familiovacacional, viniendo al campo –como en los pocos antiguos “buenos tiempos”- con los perturbs.

Con su esmalte de uñas rojo brillante, su maquillaje cargado y llamativo, Alejandra parece mucho mayor de los 16 años que tiene. Pero verse demasiado mayor jamás ha sido su problema. No desde que cumplió los 11 años, cuando buscó ayuda en un programa para adolescentes de tratamiento contra las drogas, y fue rechazada por ser demasiado joven.

Ya entonces había fumado crystal meth (metanfetamina) por lo menos un año; la habían expulsado del colegio después de 18 partes graves; había huido de cinco hogares temporales y lucía un rostro lleno de cicatrices producidas por ella misma.

Cayó al vacío.
Y aunque algunos asistentes sociales le ofrecieron consejería alternativa, pasó un año antes de que Alejandra dejara de consumir drogas, y lo hizo bajo sus propios términos.

Los perturbs le preguntaron cómo empezó. “En el colegio” –dijo- “Mi primera madre me pegaba y alguien me ofreció un canuto. Luego vinieron las farming (pastillas) y pasé de la marihuana. Falsificaba recetas y compraba medicinas como Oxycontín, met que mezclaba con alcohol. Todos lo hacíamos. Me escapaba de casa, me cogían y me echaban el rollo de las terapias, me cambiaban de familia, me llevaban a otra temporal y al mismo colegio… y vuelta a empezar”.

Andrew Finch, director de la Association of Recovery Schools (asociación americana de escuelas superiores para alumnos en rehabilitación), dice: “Pensar en un adolescente que va a un tratamiento de 30 días y luego regresa a su antiguo ambiente — donde compró sus drogas, donde sus amigos las usan y donde fue visto consumiendo- no es realista. Para ellos la escuela es una zona de peligro. Es como decir a un adulto alcohólico que vaya a trabajar a un bar”.

¿Qué fue lo que te hizo dejarlo? –Le preguntó el perturb.
“Al regresar a mi casa, después de un mes desaparecida, mi sobrina me preguntó ‘¿Vas a volver a la cárcel?’. Eso me hizo sentir tremendamente mal porque ella apenas tenía 6 años de edad. Vi que mi sobrina pasaba exactamente por la situación que yo pasé. Peleaba con su mamá, su mamá siempre la castigaba físicamente. Y me puse a pensar, ‘¿cómo voy a ayudarla si no dejo de hacer lo que estoy haciendo?”, respondió Alejandra.



(Publicado en el MAGAZINE de EL MUNDO. 18/05/2008)

5 comentarios:

aldara san lorenzo dijo...

"Pateando Paraisos" (fragmento)

” No puedo explicarte lo que es el mono, aunque me lo pides. Es inexplicable e inconcebible para quien no se lo ha apechugado. Es la tortura y el castigo hechos a la medida de la infamia del vicio. La nariz se te forra de murciélagos. Te salen litros de moquillo líquido que sabe a rayos. La saliva te llena la boca de un caldo de orín fermentado con ácido sulfúrico. Todo te duele con diez tanques. Los riñones se te infestan de ratas que te carcomen los nervios. En las articulaciones de las rodillas, de las muñecas, de los codos, de los tobillos, para qué contarte? En cuanto te mueves y en cuanto no te mueves… da igual… Se te mete la cremallera de pinchos para arriba y para abajo. Se te ponen los nervios de rejones. Tienes un cabreo de sesión continua. La cabeza cencerrea y se te rompe la crisma erre que erre. El insomnio te encapota 24 horas por día. Ni soñar con dormir. Las noches son peores que los días, y viceversa. Se me olvidaba decirte que los ojos se te salpimentan solos y con chile negro. Lagrimeas vinagre y bilis sin poder llorar. Desde la punta de la cebolleta hasta la campana de la molondra se te pone la carne de gallina sin necesidad de condiciones atmosféricas. “

Fernando Arrabal

Ginebra dijo...

Es dolor. Físico sobre todo. Insoportable.

aldara san lorenzo dijo...

¿Cómo poder evitárselo?
¿Qué hacer? ¿Qué decirles -que sirva- para prevenirles? ¿Qué palabras, obras u omisiones ...útiles, que escuchasen?

¿Cómo?
¿Qué funcionaría, qué sería eficaz, de qué manera hacernos entender, de qué manera traspasar el muro que nuestras monótonas voces y sus años bravos alzan al unísono?

¿Cómo, de qué manera habría que mirarles a los ojos, al fondo del fondo de los ojos y decirles ésto?

¿Qué aviso, de qué manera, con qué iluminación o música para que creyeran que ésto es evitable?

T dijo...

Muy difícil el asunto que plantea usted hoy, querida It. Uno de mis sobrinos, estudiante modélico y un niño que nunca había 'sacado los pies del tiesto', cayó en esta trampa y han sido necesarios tres años de durísima rehabilitación y todo el cariño del mundo, pero a la vez mucha firmeza. Ahora parece que está bien, pero la preocupación por las posibles recaídas no se quita.

Anónimo dijo...

¿¿Rechazada por joven en un programa contra la drogadicción??
¿¿A dónde se supone que se dirige el mundo??
Suerte que tuvo esa chica en acabar pudiéndolo dejar... Otros no lo logran hasta que ya no hay nada que salvar.